ANTES DEL BIEN DEL FENOMENO ESTA EL BIEN DEL ALMA

Publicado en por SEICHO-NO-IE DE ESPAÑA

Antes que el “bien del fenómeno” está el “bien del alma”

            Una vez plantada la semilla de la Verdad, ella se expandirá, extenderá las raíces, germinará y crecerá rompiendo la tierra, si nadie la desentierra. Durante ese proceso, ocurren a su alrededor destrucciones y oscilaciones. Si no ocurre eso, no se puede afirmar que la oración surtió efecto. Cuando un gran brote rompe la tierra ocurre una destrucción del suelo. Así, sur-ge algo nuevo, destruyendo lo viejo. Una situación aparentemente desarmonizada que surge a nuestro alrededor es sólo la imagen de la destrucción de la vieja situación, que está siendo bombardeada por la Verdad, a fin de pasar para la situación que pedimos en la oración. A eso denominamos “auto-desintegración de la ilusión”. En esa autodestrucción se encuentra la respuesta de Dios, atendiendo nuestra oración. Debemos poseer la sabiduría capaz de agradecer al proceso de concretización de la oración que está aconteciendo por medio de los cambios agitados de esos momentos de nuestra vida, en la desarmonía, en la enfermedad, etc. Para nosotros, no es necesaria la armonización inmediata del mundo aparente. Lo que Dios espera de nosotros es la evolución de nuestra Vida, el desarrollo de nuestra alma. Es el desarrollo del alma lo que nos permite la posibilidad de ver y sentir la orientación de la Sabiduría y del Amor, que Dios nos otorgó, aún viviendo una situación incierta e inquieta.

 

Confíe totalmente en el método que Dios usa para la solución de los problemas

            Debemos alegrarnos cuando, después de que hemos pasado a tener fe, surgen en nuestra vida situaciones de dificultad, en que nada ocurre como deseamos, a pesar de estar orando diariamente. Esto ocurre porque en ese momento, está germinando algo tan grandioso, capaz de romper el suelo, como un brote nuevo. Viendo la tierra moviéndose, no debemos luchar intentando dominarla e interrumpir ese movimiento. Ni debemos revolver la tierra con azada o arado, intentando allanarla. No debemos quedar asustados ni alborotados. Debemos entregarnos totalmente a Dios. Dios responde a nuestras oraciones usando Su propio método. No debemos criticar ese método de Dios con nuestra mentalidad egoísta.

            En esas ocasiones, las palabras que debemos usar en la oración son:

 

“Oh Dios, oriénteme con Su Sabiduría infinita.

Oh Dios, confío en el método usado por Vos para solucionar esta cuestión.

Dadme la sabiduría necesaria para comprender el significado de los acontecimientos del momento y haz con que mi alma evolucione, soportando esta prueba”.

 

            Si, a pesar de orar así nos quedamos aterrados o desorientados ante la manifestación de una situación imperfecta, y nos esforzamos en cambiar esa situación por medio de nuestra mente-ego, estaremos anulando la providencial oración “Oh Dios, confío en el método usado por Vosotros”. Así, estaremos contrariando la Sabiduría de Dios, usando nuestra propia sabiduría y en último análisis retardando la concretización de los puntos de la oración.

            La oración se concretiza de modo más suave cuando nos entregamos totalmente a la voluntad de Dios y no ofrecemos resistencia al método de Dios. Sin embargo, eso puede ser extremadamente difícil. Puede ser que alguien, a quién tanto amamos y dedicamos tantos beneficios, sea ingrato y pase a buscar nuestros defectos insignificantes, a revolverse contra nosotros, a atacarnos. En esos momentos, en vías normales, nace en nosotros el antojo de odiarlo y lo herimos enumerando sus defectos en represalia. Pero esa no es jamás una actitud que corresponde a la voluntad de Dios. Si esa situación surgió delante de nosotros, fue una providencia divina para pulir nuestra alma y para otorgarnos la capacidad de amar incluso al enemigo. 

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